Y el mundo se desmorona. Otra vez, sí. Otra vez... Últimamente la vida es una suerte de desventuras extremamente cálculadas, como si de verdad alguien me odiara y supiese cuando y como hacer las cosas para que duelan. Me falta Ella, me falta mi vida, me falta la suerte, me faltan familiares... Enorme desasosiego produce perder a alguien si poder hacer nada al respecto, ver como tus queridos sufren y se retuercen en su própia agonia te hace sentir tan mal, que a veces preferíria no salir de la cama. Cada día me cuesta más despertar, dormir, dejar de quererla, dejar de echarlos de menos, vivir...
Vivir siempre ha sido una odisea, es la odisea del conocimiento y el amor. Vivir no es solo pasar por la vida, vivir es amar y sufrir y conocer y pensar. Pero estos pilares se hacen añicos en el momento que uno de los importantes se quiebra. Humbert Humbert se cansa de recorrer los confines en busca del camino de vuelta a su vida. Humbert Humbert NO es Ulisses. Él tan solo es un pequeño depravado luchando contra sus miedos más acérrimos, pero bien sabe que no hay camino de vuelta a Ítaca. Sabe que Ella no tejerá hasta su vuelta. Sabe que Ella ya guardó el telar. Y sabe perfectamente que ellos no pueden volver, no de donde han ido...
Solía lucir alas de argénteo brillo y volar desafiando el sol, buscando calor y harmonía. Ahora soy un pato cubierto de alquitrán aleteando por no morir asfixiado en su própia suciedad. Sin embargo, los dos sabemos que solo Tú, puedes arrancarme de una sonrisa todos mis miedos y hacer que vuelva a lucir mi mejor plumaje para que volemos acariciando el fugitivo sol de invierno. Quiero que vuelvas a escurrirte entre mis dedos y que desafiemos al reloj perdidos entre las sábanas.
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