Se acabó. Lo cierro por futilidad absoluta. Por error desorbitado. Escribía por y para ti. Porque no se expresarte mis sentimientos de ninguna manera. Porque soy un niño con el corazón astillado que quiere aprender. Porque nunca he sabido actuar y porque siempre hago todo lo contrario de lo que quiero. Porque estoy cansado de llorar y porque me pesa el alma. Me pesan los grilletes autoimpuestos, me pesa la cinta con la que te apartaba de mis ojos, me pesan los pedazos rotos que suenan en mi interior y, sobretodo, me pesa un corazón vacío; lleno de ceniza y lodo. Tus lágrimas me duelen más que cualquier tortura imaginable, así no vale la pena seguir. No aqui. No ahora. No así. No en absoluto. Cero rotundo y extremista. Me voy lejos, muy lejos. Lo necesito tanto como a ti. Tanto como escribir. Tanto como regalarte mi corazón en cada palabra. Ha sido un viaje largo y extraño, pero sobretodo precioso. Precioso como preciosa es tú alma. Como pura es tu dicha. Se feliz y no llores por alguien que no es más que un despojo absurdo. Espero volver a conocerte en alguna otra vida para poder tratarte como te mereces, en esta ya no tengo sitio.
Adiós.
Adiós.
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